sábado, 31 de diciembre de 2016

🚜 La imagen muestra una cosechadora de remolachas de 1923, un verdadero testimonio de la ingeniería agrícola temprana. Esta máquina, impulsada por tracción a sangre (es decir, tirada por caballos o mulas), realizaba tres tareas clave: limpiar, descoronar y amontonar las remolachas, todo en un solo proceso mecánico.


¿Cómo funcionaba?. 
Limpieza: eliminaba tierra y residuos adheridos a la raíz. Descoronado: cortaba la parte superior de la remolacha, donde se unen las hojas. Amontonado: agrupaba las raíces limpias en hileras para facilitar su recolección manual. Este tipo de maquinaria era esencial en zonas de cultivo intensivo, como Mendoza, donde la remolacha azucarera tenía gran importancia económica.

Diseño y mecánica
Compuesta por engranajes, palancas y ruedas dentadas, todo accionado por el movimiento del animal. No tenía motor: la energía provenía del avance del carro y la fuerza de tiro. Su estructura metálica robusta permitía operar en terrenos irregulares.

Contexto histórico
En 1923, la mecanización agrícola estaba en transición: convivían máquinas de tracción animal con los primeros tractores. Este modelo representa el último eslabón antes de la mecanización motorizada, que llegaría con cosechadoras autopropulsadas como las de Alfredo Rotania en 1929. La remolacha era un cultivo estratégico para la producción de azúcar, y estas máquinas ayudaban a reducir el trabajo manual intensivo.

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