sábado, 24 de diciembre de 2016

🌳 En el Buenos Aires de los años 20, los alrededores del Hipódromo de Palermo se convirtieron en escenario de una figura pintoresca y clandestina: los “arbolitos”, apodo que recibieron los levantadores de apuestas ilegales que operaban fuera del circuito oficial del turf.



🏇 ¿Quiénes eran los “arbolitos”? Eran apostadores informales que tomaban jugadas de los espectadores sin estar autorizados por el hipódromo ni por entidades reguladoras. Se ubicaban estratégicamente bajo los árboles cercanos al predio, de ahí el apodo popular. Ofrecían mejores dividendos o condiciones más flexibles que las ventanillas oficiales, atrayendo a los jugadores más arriesgados. Recibían apuestas “de palabra” o con anotaciones mínimas, para evitar ser detectados por la policía. Algunos usaban códigos o señas para comunicarse con los apostadores. Si eran descubiertos, podían ser detenidos o multados, pero el negocio era tan rentable que muchos volvían al día siguiente. En esa época, el turf era el espectáculo más popular de la ciudad, con miles de asistentes cada fin de semana. Las apuestas oficiales eran limitadas en variedad y acceso, lo que abrió espacio para alternativas informales. La falta de regulación estricta y el auge del juego como fenómeno social favorecieron su aparición. Este fenómeno fue parte del folklore urbano porteño, y el término “arbolito” luego se trasladó a otros ámbitos, como el de los cambistas callejeros de divisas en décadas posteriores.

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