El 4 de julio de 1993, el sol brillaba sobre Guayaquil y miles de hinchas colmaban el Estadio Monumental para presenciar la gran final entre Argentina y México. Era un duelo histórico: México debutaba como finalista invitado, mientras que Argentina buscaba revalidar su corona continental. Ambos equipos salieron con actitud ofensiva. Argentina, dirigida por Alfio Basile, contaba con figuras como Redondo, Simeone y Gabriel Batistuta. México, bajo las órdenes de Miguel Mejía Barón, confiaba en su arquero Jorge Campos y en la experiencia de Hugo Sánchez. El primer tiempo fue parejo, con pocas llegadas claras. Argentina mostraba más posesión, pero México se defendía con firmeza y buscaba el contragolpe. Goycochea y Campos se lucieron con atajadas seguras. Ya en el segundo tiempo, la tensión se rompió. Minuto 63: Batistuta recibió un pase filtrado, giró con potencia y disparó de derecha al segundo palo. Gol de Argentina. El grito de la hinchada celeste y blanca retumbó en todo Ecuador. México no se rindió. Cuatro minutos después, una infracción en el área provocó penal. Benjamín Galindo tomó la responsabilidad y definió con clase, igualando el marcador 1 a 1. Pero Argentina tenía a su goleador inspirado. En el minuto 74, Batistuta aprovechó un rebote, se acomodó y volvió a sacar un derechazo inatajable. Segundo gol suyo. 2 a 1. Argentina volvía a liderar. Los minutos finales fueron de nervios, con México presionando y Argentina defendiendo con garra. El pitazo final llegó… y Argentina celebró. Campeones de América por decimocuarta vez. Una victoria que sería la última por muchos años. Pero aquella noche en Guayaquil quedó grabada como otro capítulo glorioso en la historia del fútbol argentino 🇦🇷🏆
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