La Masacre de San Patricio fue uno de los episodios más estremecedores y simbólicos de la represión durante la última dictadura militar en Argentina. Ocurrió en la madrugada del 4 de julio de 1976, en la parroquia San Patricio, ubicada en el barrio porteño de Belgrano.

El 4 de julio de 1976, en plena dictadura militar argentina, se produjo un crimen que conmovió profundamente a la sociedad y a la Iglesia Católica: la Masacre de San Patricio. Durante esa madrugada, un grupo armado irrumpió en la parroquia San Patricio, ubicada en el barrio de Belgrano, Ciudad de Buenos Aires, y asesinó a cinco miembros de la comunidad religiosa palotina: tres sacerdotes —Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Dufau— y dos seminaristas —Salvador Barbeito y Emilio Barletti—. Los cuerpos fueron hallados en el salón principal, alineados boca abajo sobre una alfombra roja, con múltiples disparos de arma de fuego. En las paredes del lugar, los atacantes dejaron escritos con tiza: frases políticas, amenazas y una caricatura de Mafalda con la leyenda “Este es el palito de abollar ideologías”. Las circunstancias y la ejecución del hecho sugirieron desde el principio una participación de grupos parapoliciales o fuerzas de seguridad vinculadas al terrorismo de Estado. Aunque oficialmente se intentó responsabilizar a organizaciones subversivas, numerosos investigadores y referentes religiosos rechazaron esta versión, apuntando al contexto represivo del régimen. En los años siguientes, la Iglesia, la sociedad civil y organismos de derechos humanos han mantenido vivo el recuerdo de las víctimas, señalando este episodio como uno de los ataques más graves contra religiosos en Argentina. En 2005, el entonces cardenal Jorge Bergoglio, impulsó el proceso de canonización de los cinco palotinos asesinados. La Masacre de San Patricio es recordada cada año como un símbolo del impacto de la violencia política en espacios de fe y como parte del entramado más amplio de los crímenes cometidos durante el período del terrorismo de Estado.