Esta frase es una cita atribuida a William Shakespeare, específicamente de su obra Romeo y Julieta. La frase sugiere que el amor de los jóvenes, o al menos su primera impresión del amor, se basa más en la atracción física y lo que ven (los ojos) que en un amor profundo y duradero basado en el corazón. En Romeo y Julieta, esta frase se pronuncia en el contexto de una pasión intensa y rápida entre los dos personajes principales, quienes se enamoran a primera vista. La obra explora la naturaleza del amor, tanto la pasión juvenil como el amor más maduro y comprometido. La frase puede interpretarse de varias maneras, pero generalmente se entiende que: Hace referencia a la atracción física. Los jóvenes a menudo se sienten atraídos por la apariencia física, y esta atracción puede ser confundida con el amor. Destaca la inexperiencia: Los jóvenes pueden carecer de la madurez emocional para discernir entre la atracción y el amor verdadero. Oposición entre lo superficial y lo profundo: La frase compara lo que se ve con los ojos (superficial) con lo que se siente en el corazón (profundo). En resumen, la frase de Shakespeare es una reflexión sobre la naturaleza del amor juvenil, sugiriendo que puede ser más superficial y basado en la atracción física que en un amor profundo y duradero.
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