Los primeros tranvías que funcionaban a aire comprimido eran conocidos como tranvías neumáticos. Este sistema de transporte urbano, que surgió en el siglo XIX, utilizaba aire comprimido almacenado en tanques dentro del vehículo para impulsarlo. Los tranvías neumáticos se cargaban con aire comprimido en estaciones especiales. Este aire se almacenaba en grandes tanques bajo el vehículo. Cuando se liberaba el aire, este empujaba un pistón conectado a las ruedas, impulsando el tranvía hacia adelante. Para este sistema, se requerían vías con ranuras para permitir la conexión de los tanques de aire comprimido a las estaciones de recarga. Se consideraban más limpios que los tranvías tirados por caballos, y más seguros y menos contaminantes que los primeros tranvías de vapor. Sin embargo, el sistema tenía limitaciones significativas. La cantidad de aire comprimido limitaba la distancia que podían recorrer antes de necesitar recarga.El proceso de comprimir aire y almacenarlo era ineficiente en términos energéticos comparado con otros métodos que surgieron más tarde. Los tanques de aire y las vías especializadas requerían mantenimiento regular. El sistema de tranvías neumáticos fue principalmente utilizado en París a finales del siglo XIX, aunque no tuvo un éxito duradero debido a las limitaciones mencionadas. Con el tiempo, los tranvías eléctricos se convirtieron en la opción predominante debido a su mayor eficiencia, capacidad y flexibilidad.
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martes, 13 de octubre de 2015
En 1887, los tranvías funcionan con aire comprimido habían llegado a París. Tranvías conducidos vapor se introdujeron en la década de 1880 y 1890, pero, a finales del siglo XIX, la electrificación de los tranvías estaba en marcha.
Los primeros tranvías que funcionaban a aire comprimido eran conocidos como tranvías neumáticos. Este sistema de transporte urbano, que surgió en el siglo XIX, utilizaba aire comprimido almacenado en tanques dentro del vehículo para impulsarlo. Los tranvías neumáticos se cargaban con aire comprimido en estaciones especiales. Este aire se almacenaba en grandes tanques bajo el vehículo. Cuando se liberaba el aire, este empujaba un pistón conectado a las ruedas, impulsando el tranvía hacia adelante. Para este sistema, se requerían vías con ranuras para permitir la conexión de los tanques de aire comprimido a las estaciones de recarga. Se consideraban más limpios que los tranvías tirados por caballos, y más seguros y menos contaminantes que los primeros tranvías de vapor. Sin embargo, el sistema tenía limitaciones significativas. La cantidad de aire comprimido limitaba la distancia que podían recorrer antes de necesitar recarga.El proceso de comprimir aire y almacenarlo era ineficiente en términos energéticos comparado con otros métodos que surgieron más tarde. Los tanques de aire y las vías especializadas requerían mantenimiento regular. El sistema de tranvías neumáticos fue principalmente utilizado en París a finales del siglo XIX, aunque no tuvo un éxito duradero debido a las limitaciones mencionadas. Con el tiempo, los tranvías eléctricos se convirtieron en la opción predominante debido a su mayor eficiencia, capacidad y flexibilidad.
lunes, 12 de octubre de 2015
domingo, 11 de octubre de 2015
Colón. Ni el grito de “¡Tierra!”, ni tres carabelas, ni joyas, ni presos, ni huevo. La historia del Almirante es un océano de mitos y leyendas.
¿Cuáles son los mitos de la historia del Descubrimiento de América? Aquí, los más populares:
Flota: La costumbre convirtió en carabelas a los tres navíos de Colón, perola Santa María era una nao, otro tipo de embarcación. Tenía mayor porte que las carabelas y una gran bodega. Su incorporación a la flota fue acertada. LaPinta y la Niña eran veloces, fáciles de maniobrar, poco calado y susceptibles de encallar sin peligro. La Santa María era más lenta, pero salvaba el problema de la carga de los víveres porque las carabelas, que transportaban doce o quince hombres en sus navegaciones por Europa y África, llevaban el doble de tripulación en el viaje histórico, ocupando así el espacio destinado a pertrechos y víveres.
Naves: La Niña en realidad se llamaba Santa Clara. Del nombre de su propietario, Juan Niño, surgió el mote que la inmortalizó. También la Santa María fue un nombre anacrónico al descubrimiento. En 1492 era la Gallega, o simplemente la “nao capitana”, como la menciona Colón en el Diario de Viaje. El marino la rebautizó con el místico Santa María en 1493, cuando todo lo que quedaba de la nave eran recuerdos.
Presos: ¿Es verdad que Colón y una banda de delincuentes descubrieron América? Es otra fábula histórica. Cuando el genovés llegó al puerto de Palos, a mediados de 1492, no fue bien recibido por los paleños. ¿Quién era ese extranjero al que debían entregarse dos navíos por no haber cumplido con el pago de impuestos a la corona? En vano Colón trataba de convencerlos de que además de darle los barcos, lo acompañaran. Fracasó el reclutamiento y los reyes enviaron una cédula por la cual se otorgaría el perdón a aquellos condenados que participaran del viaje. La convocatoria tampoco tuvo éxito. Pero cuatro presidiarios de la cárcel de Moguer aceptaron el reto. Un tal Bartolomé Torres había matado al pregonero Juan Martín en una riña callejera y fue condenado a la pena de muerte. Sus amigos Alonso Clavijo, Juan de Moguer y Pedro Yzquierdo, todos marinos expertos, intentaron ayudarlo a escapar de la prisión y fracasaron. En aquel tiempo, quienes colaboraban con una fuga recibían la misma pena que el reo. Por lo tanto, los amigos de Torres también debían ser ejecutados. Pero se embarcaron para salvar sus vidas y obtuvieron la absolución en mayo de 1493, al regresar de América. Torres no sólo recibió el perdón oficial. El documento de su indulto dice que “viendo los parientes del pregonero Juan Martín tener él alguna culpa de la dicha muerte, a vos perdonaron y remitieron y se apartaron y quitaron la querella y acusación contra vos interpuesta”.
Joyas: La donación de las joyas de la reina Isabel la Católica para la empresa colombina también forma parte del anecdotario fabuloso del descubrimiento de América. Antonio Ballesteros-Beretta, historiador español que dedicó años al estudio del hecho, concluyó que doña Isabel tuvo esa noble intención; pero el contador de la corte Luis de Santángel le advirtió que habían sido embargadas para obtener préstamos durante la guerra con los moros. El costo de la expedición rondó los dos millones de maravedíes, unos diez kilos de oro. Fue el mismo Santángel quien invirtió, por orden del rey Fernando de Aragón, 1.460 mil maravedíes. El banquero genovés Juanoto Berardi aportó quinientos mil más, y el resto debió ser completado por los sufridos paleños.
Grito: “¡Lumbre, lumbre!”, gritó en medio de la noche Rodrigo, marino de Triana, colgado del mástil de la Pinta, al observar un lejano fuego, señal de que se encontraban cerca de la costa.Con el tiempo se convirtió en “¡Tierra!”, una exclamación más seductora, pero inexacta. Los pleitos colombinos, donde se discutió la herencia de Cristóbal Colón, contienen las declaraciones de varios testigos que participaron del viaje y atesoran el verdadero y olvidado grito del viernes 12 de octubre a las dos de la mañana.
Huevo: El cronista milanés Girolamo Benzoni escribió en su “Historia del Mundo Novo” (1565) que cuando Colón regresó de América fue agasajado por el cardenal Pedro de Mendoza (homónimo del que anduvo por Buenos Aires en 1536). Durante el banquete, un cortesano le habría manifestado a Colón que su descubrimiento había sido casual y que, en caso de no haber conseguido el éxito, otro lo habría hecho. Colón, según Benzoni, mandó traer un huevo y dijo:“Deseo, señores, apostar con vuestras mercedes que no haréis este huevo en pie como lo haré yo, sin ayuda de cosa alguna”. Nadie lo logró. Con un golpe en la tabla, el Almirante rompió la punta y lo dejó parado en la mesa, para indicar que después de haber enseñado el camino, nada había más fácil que seguirlo.
En realidad, Benzoni trasladó a la vida de Colón la historia del arquitecto y escultor florentino Felipe Brunelleschi. En Vida de los pintores, escultores y arquitectos ilustres, que publicó Jorge Vassari en 1550 (15 años antes del libro de Benzoni), se cuenta que en 1408, abierta a propuesta pública la construcción de la cúpula de la Catedral de Florencia, Santa María del Fiore, Brunelleschi presentó su proyecto de edificación sin soportes. Hasta ese momento, las construcciones de esas cúpulas eran montadas sobre grandes y costosas estructuras de madera. Todos afirmaron que era imposible y exigieron al arquitecto los planos. Brunelleschi se negó, hizo la treta del huevo y dijo: “Así como les enseñé este truco, cualquiera sería capaz de armar la cúpula si yo mostrase mis cálculos y maquetas”.
La de Colón y la de Brunelleschi son leyendas. Pero si se quiere otorgar a alguno de ellos el mérito, corresponde al florentino, quien murió antes de que el genovés naciera. Y la construcción de la gran cúpula se adelantó al descubrimiento de América en más de ochenta años.
Ni el grito de “¡Tierra!”, ni tres carabelas, ni joyas, ni presos, ni huevo. La historia del Almirante es un océano de mitos y leyendas. Su verdadera vida, mucho más apasionante y colorida que la que se presenta en manuales, navega a la deriva.
sábado, 10 de octubre de 2015
viernes, 9 de octubre de 2015
jueves, 8 de octubre de 2015
miércoles, 7 de octubre de 2015
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