Geijer nació en la localidad de Herrestad, en Suecia, el 25 de enero de 1864.
Estudió en la ciudad de Örebro donde se recibió de ingeniero civil. Posteriormente estudió ciencias agrarias en Ultuna.
Joven, partió a trabajar en un establecimiento de productos lácteos en su país, pero entonces ya se había enterado de que un compatriota suyo, llamado Knut Seve Lindmark, partía hacia Sudamérica para trabajar como ingeniero convocado por el gobierno argentino.
Durante la presidencia de Domingo F. Sarmiento, varios suecos llegaron a estas tierras con el objeto de incorporarse a la construcción del ferrocarril y de otras importantes obras públicas. Para él, al igual que para otros colegas nórdicos como Torsk, Edling y Lundberg, representaba una gran oportunidad. De modo que tomaron el primer vapor y llegaron a Buenos Aires.
En 1888, Axel Geijer desembarcó en el puerto metropolitano e inmediatamente fue contratado como ingeniero por la empresa del Ferrocarril Trasandino. Se lo destinó a nuestra provincia y, al cabo, partió hacia la tierra del sol y del buen vino.
El ingeniero sueco llegó a la ciudad y, rápidamente, trabó amistad con otros inmigrantes germanoparlantes como Pablo Loos, Carlos Rolff y Augusto Streich, quienes rápidamente lo insertaron en la alta sociedad mendocina de aquella época.
Una obra faraónica
El 5 de noviembre de 1872, a través de la ley 538 del gobierno argentino, se dio el puntapié inicial para la construcción del Ferrocarril Trasandino.
La ejecución del proyecto, su administración y explotación comercial fue otorgada a una firma británica dirigida por los hermanos Clark, quienes presentaron en 1886 los estudios efectuados sobre el llamado camino de Uspallata.
A pesar de los problemas financieros que tuvo la empresa, consiguieron el apoyo de accionistas argentinos, chilenos y británicos para desarrollar este titánico emprendimiento.
Un año después, la empresa de los Clark fue embargada, pero la obra fue retomada por una compañía del Reino Unido, la Trasandine Construction Company.
Los primeros tramos se desarrollaron con grandes inconvenientes por la topografía del terreno, pero el ingenio del sueco Axel Geijer (y de otros profesionales) pudo, en poco tiempo, habilitar el tramo de Mendoza a Uspallata el 22 de febrero de 1891. Un año después, se inauguró el tramo de Uspallata a Río Blanco y, el 17 de noviembre de 1893, quedó inaugurado de Río Blanco a Punta de Vacas.
Para concluir la primera fase del proyecto se colocaron más de 143 kilómetros de vía férrea, se construyeron varios puentes y se cavó en la roca viva una importante cantidad de túneles.
Benefactor de varias provincias
Axel Geijer inició su labor en la empresa del Trasandino en 1889, desarrollando conjuntamente con otros ingenieros el trazado de las líneas férreas en la alta montaña.
No fue fácil desafiar a la madre naturaleza para cumplir los objetivos que se habían propuesto. Había que diseñar planos, puentes, colocar explosivos para luego cavar túneles.
A pesar de esta febril actividad, el “sueco” -como le llamaban- participó como miembro en instituciones filantrópicas de aquel tiempo. También se dedicó a la agricultura.
A principios de junio de 1896, Geiger partió hacia Buenos Aires donde se incorporó al Ferrocarril del Sud y se instaló unos años en Bahía Blanca. Allí, llegó a ser jefe de ingenieros.
Junto al director Henry Bell y los ingenieros Gould, C. W. Mills y Carlos Krag (director de la obra), construyó varios puentes. Uno de ellos, de 352 metros de largo, unió Bahía Blanca con Neuquén, el 26 de junio de 1901.
Geijer regresó a Mendoza y se estableció en Chacras de Coria. Durante los años posteriores trabajó en diferentes obras públicas que beneficiaron a la provincia. Además, fue un activo socio del Club Alemán y hasta ocupó varios cargos en esa entidad.
Se casó con la alemana Martha Passarge. Fruto de ese matrimonio, nació en Mendoza Carlos Axel Eric Geijer.
El ingeniero falleció el 20 de agosto de 1927. Sus restos fueron enterrados en el cementerio de la Capital.
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