martes, 29 de diciembre de 2020

El 29 de diciembre de 1990, en Buenos Aires, se producía uno de los hechos mas vergonzosos de la política argentina, ese día el Presidente Carlos Saúl Menem firmaba los indultos a guerrilleros de los años '70 y a los militares condenados en los juicios a las juntas. (EH)

Luego que Alfonsín formara la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) y promoviera el Juicio a las Juntas del gobierno de facto y a los militares acusados de crímenes de lesa humanidad parecía que un manto de justicia cubriría la nación. En el exterior se tomó esta política de derechos humanos como revolucionaria y ejemplificadora, inspiró decenas de procesos similares en el mundo como el de Yugoeslavia, sin embargo en el país se comenzó a diluir rápidamente. Los planteos militares a Alfonsín derivaron en las leyes de Punto Final y Obediencia Debida pero lo peor estaba por venir. El flamante presidente Carlos Saúl Menem no estaba dispuesto a soportar un nuevo levantamiento militar, pero lejos de enfrentarlos con firmeza, echó por tierra lo poco que quedaba de los juicios a las juntas. El 7 de octubre de 1989 da un primer paso indultando a los guerrilleros que figuraban como muertos o desaparecidos, a guerrilleros uruguayos, a militares de rangos bajos y medios que habían quedado excluidos de las leyes de punto final y obediencia debida, a los militares sublevados de Semana Santa, Monte caseros y Villa Martelli, y a los condenados por delitos en la conducción de la Guerra de Malvinas incluidos Leopoldo Fortunato Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo. Los medios hegemónicos no se comprometieron con el momento histórico y hablaban por medio de las palabras del presidente, al que apoyaban abiertamente, y en sus páginas se leía la palabra "pacificación" como si fuera mágica y no un deseo aspiracional vacío. La sociedad pareció anestesiada, escasas movilizaciones y protestas le dieron el marco a la estocada final a la justicia. El 29 de diciembre de 1990, el presidente Carlos Saúl Menem firma los decretos 2741/42/43/44/45/46-90 en los que indultaba a los guerrilleros de izquierda y derecha Mario Eduardo Firmenich, Norma Kennedy y Duilio Brunello, al ex-ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, a los genocidas Guillermo Suárez Mason, Ramón Camps y Ovidio Riccheri, y a los integrantes de las juntas Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Orlando Ramón Agosti, Roberto Viola, y Armando Lambruschini. Hubo que esperar hasta 2003 para que se diera el primer paso para que la política y la justicia pagaran su deuda con la sociedad, el primero fue que el Congreso nacional declarara la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, esto hizo que se reabrieran varios juicios. Estos nuevos procesos llegaron a la Cámara de Casación penal que dio el golpe de knock out a la impunidad cuando declaró que los indultos concedidos en delitos de lesa humanidad eran inconstitucionales, esto fue ratificado por la Corte Suprema de Justicia que obligó a los condenados a cumplir las penas aplicadas.

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