Jorge Luis Borges ha escrito quizás las mejores páginas de la literatura argentina. Sin embargo se le recuerda por una desafortunada frase que dice "-El futbol son 22 jugadores corriendo detrás de un balón". Esto es mentira, en realidad es una media verdad, pero todos sabemos que es mucho mas que eso. Con ese criterio podríamos deducir que la novela 'La guerra y la paz' de León Tolstói es 1 kilogramo de papel y 12 litros de tinta. Pero no, es mucho mas que eso. En esa línea de pensamiento, los parisinos de finales del siglo XIX decían enfurecidos, ese espantoso monumento de 8 mil toneladas de hierro y 3 millones de remaches, en realidad era mucho mas que eso, era la 'Torre Eiffel'. Ante el avance económico e industrial de los EEUU, en 1883 el primer ministro Francés Jules Ferry consigue el apoyo político y financiero para realizar una feria mundial en París en 1889. Quería demostrar que aún estaban a la cabeza de la innovación tecnológica e industrial. El ingeniero Alexandre Gustave Eiffel era conocido mundialmente por sus estructuras metálicas. Su currículum incluía puentes diseminados por todo el mundo y el diseño y cálculo de la estructura metálica portante dentro de la "Estatua de la libertad". Eiffel comienza a trabajar en el proyecto de una torre de proporciones épicas sin saber aún si le interesaba a alguien. Con apenas unos garabatos y un presupuesto en el aire se la ofrece al ayuntamiento de Barcelona para la exposición internacional de 1888. Les pareció un adefecio carísimo y ni la consideraron. El traspié no amilanó a Eiffel que se concentró sus recursos humanos en convencer a Jules Ferry. Contrariamente a la creencia popular, Gustave Eiffel no tuvo ninguna participación directa en el diseño ni en la construcción de la Torre, delegó la tarea en su cuerpo de arquitectos e ingenieros. El proyecto estuvo a cargo de los ingenieros Maurice Koechlin y Émile Nouguier. Cuando le muestran a Eiffel los dibujos preeliminares se dio cuenta que necesitaba un arquitecto. Pone a Stephen Sauvestre al frente del diseño, en dos meses le muestra su visión de la torre. Eiffel quedó impactado, la imaginó como su legado, soñaba con ver su nombre en ella. Para cristalizarlo hizo un par de trampas. Convenció al Ministro de Industria Édouard Lockroy, que para representar a París debía construirse una torre metálica monumental, este accedió y le pidió que lo ayude a elaborar el pliego de licitación, Eiffel se las arregló para que su torre encajara perfecto en las pretensiones del estado. En enero de 1887, en el extremo del Campo de Marte a orillas del río Sena, se iniciaban los trabajos de construcción. La altura de la torre crecía al ritmo de las protestas de los parisinos. Lo único que los consolaba era la promesa que finalizada la exposición sería desmantelada. Eiffel convenció a las autoridades de instalar instrumentos de medición meteorológica y un faro, esto la hizo sobrevivir a la duración de la feria. Cuando la discusión giraba en torno a si era mas caro desarmarla que mantenerla estalló la Primera Guerra Mundial y Eiffel se salió con la suya. Como era la estructura mas alta del mundo le instalaron una antena de comunicaciones. Para cuando terminó la guerra ya llevaba 20 años en pie y los turistas se empezaban a sacar fotos con ella de fondo. Hoy es el monumento mas visitado del mundo y es imposible imaginar París sin ella.
Fuente: Pequeñas piezas de la historia
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