En este orden están las esquinitas y abuelita, ¿qué
hora son? El primero es juego destinado a ejercitar
la viveza de los movimientos, la perspicacia y la agilidad
de la mente y del cuerpo. Colocadas las niñas,
pues ya los niños desdeñan juego tan inocente como
de escasas peripecias, en puntos más o menos equidistantes,
pero situados todos en un círculo de pequeño radio para que resulte más vivo el ejercicio, ocupa el
centro de la curva la niña que ha quedado sin colocación
y debe encontrarla, ganándola a una de las favorecidas.
Esta se acerca a una de las esquinitas, dando
espalda a las demás, cuyos ocupantes, deben ejercitarse
en pasar de una a otra con presteza, y durante el
cambio la niña que busca el pan debe tomar el
lugar que ha quedado desocupado por haber corrido
su dueña a hacer el cambio a que la llamaba su vecina.
Para disimular las intenciones y dar lugar a la operación,
se entabla entre la niña que busca plaza para
ubicarse y la que ocupa una esquinita:
—¿Hay pan?
—No hay...
—¿En donde habrá...?
—En aquella esquinita hay... que los niños, tan aficionados a las consonancias, pronuncian haciendo contracciones
que perjudican al bien decir: en aquella esquinita hay vicio que debe corregírseles.
El ejercicio se prolonga según la habilidad y viveza
de la niña que busca el pan, la cual debe aprovechar
para ubicarse el menor descuido de las que ocupan las esquinitas.
Otro juego de la misma índole es aquel que llaman de
«las horas». Las niñas, colocadas en rueda, sostienen
el diálogo siguiente con la abuelita, a la cual representa
una niña que se sitúa en el centro, teniendo en la
mano un pañuelo que simboliza un rebenque:
—Abuelita, ¿qué horas son?
Y ésta contesta sucesivamente las doce horas del reloj,
enumerándolas. Las niñas hacen la pregunta girando a su alrededor y sucesivamente cada una.
—Abuelita... ¿qué buscas?...—dicen
las criollitas
en su media lengua...
—Una agujita...
—Una agujita... ¿Para
qué, abuelita?
—Para coser una bolsita...!
—Y para qué querés la
bolsita, abuelita?
—Para guardar un rebenquito...!
—Y para qué es el rebenquito...?
Para castigar a las curiosas,
hijita. Y la abuela corre a todas
las niñas, que huyen, tratando
de sujetar a una, que
será su sucesora en el cargo,
luego de quedar prisionera.
Estos dos juegos son solamente
de ejercicio físico y
por ello de positiva utilidad.
Los niños para realizarlo,
corren, se agitan y chillan...
aunque esto último no sea
muy cómodo para los padres.
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