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Fue diseñada en estilo Liberty milanés, la variante italiana del Art Nouveau, con fuerte influencia de su maestro Giuseppe Sommaruga, y adaptada al contexto urbano de Buenos Aires. Las esculturas ornamentales fueron realizadas por su suegro, Cesare Giovanola, lo que refuerza el carácter familiar y artesanal de la obra. Se presume que el nombre “Raquel” alude a su esposa, hija del escultor. La fachada incluía querubines, guirnaldas, mascarones y relieves vegetales, integrando arquitectura y escultura en una sinfonía visual que Colombo repetiría en obras posteriores como la Casa Calise y la Casa de los Pavos Reales. La casa fue demolida en fecha incierta, aunque se estima que ocurrió entre las décadas de 1970 y 1990. El único vestigio que sobrevive es un sector de la reja original, aún visible en la propiedad actual, que funciona como hotel familiar según registros recientes. El hallazgo de su ubicación fue realizado por el arquitecto Horacio Arriola, quien se comunicó con investigadores como Alejandro Machado, especializado en la obra de Colombo. Para los seguidores del arquitecto, encontrar Villa Raquel fue como descubrir el “Santo Grial” de su legado. Aunque no figura en los listados oficiales de patrimonio, Villa Raquel representa el inicio de una estética transformadora que Colombo desplegó en más de 50 obras en Buenos Aires. Su demolición es parte del proceso de olvido y desprotección que afecta a muchas joyas del modernismo porteño, especialmente en barrios periféricos como Flores. Nacido en Milán en 1884, Colombo llegó a Buenos Aires en 1906 y trabajó inicialmente en la decoración del Palacio de Justicia. En 1909 se independizó y proyectó Villa Raquel, dando inicio a una carrera prolífica que incluyó edificios de renta, viviendas particulares y sedes institucionales. Falleció en 1927, a los 43 años, en su estudio de la calle Moreno, dejando un legado que hoy se reivindica desde la fotografía, la investigación y la memoria urbana.
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